domingo, 28 de diciembre de 2014

De payasos y estrellas



Van con sus exiguos bolsillos a reír frente al payaso roto y maltrecho.... pero no importa hay luces de colores,,,el bocado que soñaron es caro... pero la risa es mas que un manjar...no hace falta
No hay telón bien cierto...pero eso no detiene al payaso,,, que los hace aplaudir y brincar de sus asientos...
Sale la princesa del cuento,,,un sueño se extiende y los niños bailan no pueden tomar las antorchas iluminadas, son de pesos pero su sonrisa basta...ilumina la noche
Un joven payaso, le recita a su clan... el payaso oculta su pena y su hambre tras el maquillaje. El hambre de pan tal vez.
Y aquí estamos bajo una noche estrellada, soñando con el payaso que alcanza estrellas sin tener un peso y estrellando la risa contra el firmamento.

La Sandunga



La Sandunga.

Hizo un moviemiento y depronto estaban, las lágrimas corriendo por un solo ojo, la tristeza inundando el ambiente exhalación tras exhalación, cada sollozo callado y cada gesto  llenando la habitación de memorias rotas. Un nudo en la garganta que corta su verbo, sumida en un mundo de confusión emocional. Una maraña humana.

Lentamente se sienta frente a su computadora, con una simulación de página, no puede llenarla, penosamente pone las manos sobre la computadora, el rayo tarda en llegar- un día la llenaré con…¿palabras?
¿Cómo pasó tanto tiempo? Esa es su pregunta- un día estaba ahí  sentada hablando con  amigos y después, sola sin una razón para vivir. ¿Qué había pasado? ¿En qué extraño mundo o extraña dimensión había ido a parar? En un mundo de voces sin rostro, de seres sin vida, que se acercan sigilosamente hacia su luz.

Recluida en su habitación, le habla a los viejos amigos, son solo fantasmas masculla, medita en las mil cosas que ha visto, solo recuerdos, memorias rotas  en una mente  escapista.

De su vida de familia se podían decir tan pocas cosas, no por que fueran pocos los recuerdos, sino que son pocas las cosas que se pueden decir. Y así deambulando como un fantasma que nadie quiere ver pasa los días, oyendo, atisba sin entender completamente, solo  percibe oye música, cree que está en una fiesta, cree que le han dado margaritas, no lo puede creer. Esta viva sin vida, recluida, vive  en su mente, o tal vez no.

De pronto se oye un ruido un tintineo, viene una gran memoria, recuerda el momento cuando iluminaba las veladas y lograba hacer cantar al más tímido- tiempos pasados- piensa. Pero ahora sola, sumergida en una burbuja,  no puede saber que les pasa a los viejos amigos. Todos casados, nunca invitan a una boda, en fin así pasa la vida esta Sandunga.

En su cabeza pasan imágenes, de mundos que nadie comprende, de mundos reservados, caminos de flores, altas montañas que escala en la privacidad de su imaginación, caminos escollados que no se decide a terminar y escucha llamadas que no vienen de ningún lado.


¡Nueve años ¡ -grita y nadie contesta-, sufre, pero nadie lo ve.  Solo escucha esas voces del más allá. Y ahora ella detesta esas voces, no puede más se ha puesto a pensar y soñar que puede lidiar con esa simulación de página, toma un lápiz, los garabatos salen más rápido que las ideas.

Siempre fue diferente a los demás, sentía de una manera diferente a la gente que la conoció, todos eran conservadores, ella era liberal, todos eran callados, ella hablaba, todos eran llorones, ella ría. ¿Qué pasa en ste mundo? Se pregunta, finalmente  ahora todos ríen, ella llora, todos son liberado, todos hablan y ella también pero nadie escucha.

Hay un dolor profundo que guarda y que no quiere que nadie vea, es un dolor superior que la mantiene callada, la mantiene adormecida.

Nos hemos convertido en voraces comedores de hombres piensa, en un ejército de zombis tal vez, devorando conciencias, ultimando al más humilde y persiguiendo al que ríe.

Al parecer todo comenzó una tarde como cualquier otra, en que dos se sentaron a platicar,  uno de ellos, tal vez el de la derecha notó que ignoraba  tantas cosas y pensaba, “si yo tuviera lo que ella tiene”…

Hizo un movimiento, quiso tocar su mano, pero era inasible, no estaba ahí, tocaba su mano y sus palabras salían como música, pero no podía sentirla, sin embargo la atrajo y la metió en su mundo, la beso, y sin pedir permiso la poseyó, suave pero salvajemente, y finalmente  quiso destruirla. Mientras fuera de él podía subirla a su carrusel de alegría y tristeza, de emoción y depresión.
Noche día, pensaba en ella, igual despierto que dormido, a veces  en medio de la calle se detenía, y la volvía a poseer, después, subía a su habitación y volvía a poseerla. Quería llegar a la magia que emanaba a aquella mujer. Un día bajo la vista y sin más la perdió como Teseo en el laberinto, y la buscó como minotauro, y la buscó como buitre, y la buscó como piraña.
No pudo resignarse, se tendió en su cama  y subió al lugar de los sueños, y ¡eureka! La encontró. Una vez más, la poseyó, suave pero salvajemente, la poseyó y quiso hacerla suya, porque de él nadie se escapa.
¿Qué había en esa mujer que no la podía apartar de su mente? ¿Qué pasaba que ni aun lo moral le detenía? No podía refrenarse, y entonces lo comprendió, era ella, la famosa ella, la que le hizo entender, la que finalmente cambió su mundo.




En su agitada lucha por poseerla, la torturo años en sus sueños, la siguió, la encontró y la violó, como un vampiro se acercó y sorbió un parte, solo la suficiente para asegurarse de poder seguirla viendo en su mundo onírico.
Cada mañana amanecía aquella Sandunga cansada, sangrando por las voraces mordidas y a veces pensaba ¿Quién es este hombre? Más no podía imaginárselo solo  que como un ser mitad bestia, mitad ser humano.

La cacería no solo era onírica, salió a las calles y tendió una trampa, estaba dicho si esa mujer no era de é l no sería de nadie. Así de simple.

Desesperado porque pensaba que podía perderla, buscó en libros, tenía que sucumbir a él, él hombre y por desgracia encontró la manera y la visitaba y  la llamaba desde sus libros y un día la amaba y otro la castigaba, un día la encumbraba otro la destruía, en sus poemas la vestía y la desvestía era suya.

En una tarde gris todo cambió, la Sandunga se iba del pueblo, la miró a lo lejos, no la puedo perder pensó, ¿cómo asegurarla aun en la distancia?

Este romance órfico  no podía acabar sí, el bosque hasta este momento lo había cubierto, pero para aquella Sandunga  ya era demasiado, había días que no podía concretar nada por el extraño llamado que recibía cada día.

Y se embarcó  la Sandunga en  un puerto hacia tierras aún más lejanas, para abrazar a alguien más, alguien de carne y hueso que ya la añoraba antes de haberla conocido. El romance órfico finalmente ten´´ia que acabar eso era lo que ella deseaba pero no fue así, la pasión descarriada de aquel hombre lo hizo buscar en otros libros formas de alcanzarla, y aunque lejos físicamente, aun recibía el llamado de aquel amor.
Finalmente al llegar a aquella lejana ciudad lo vio, el hombre de sus sueños y se entregó a él, tardes hermosas de charla y café, galletas de avena y pan de centeno, tardes con lluvia, tarde con nieve, esas tardes en que silenciosamente la calle se cubre de blanco. Pero una vez más, el romance acabó, lo vio en un sueño, el minotauro se acercaba, y ella no sabía más a quien amaba, si la voz que le susurraba al oído  o el cuerpo que la añoraba cada mañana.




Confundida, salió de aquella ciudad y se embarcó hacia el sur, ahora las voces decían, aquiétate, ve anda encuentra tu nido, encuentra tu hogar, encuentra esa cama que no ha sido compartida, esa donde el amante órfico no llegará. Y se fue, dejando al hombre  de sus sueños con gran pena- penas de amor- se decía aquel  hombre y la dejó partir.
En aquella nueva ciudad sureña, se encontró  finalmente en calma, la brisa marina y la belleza del puerto y sus habitantes la volvieron a la vida, un atardecer de peces  voladores, caminaba hacia el malecón hacia su siempre desconocido rumbo.

Envuelta en su confusión, no se dio cuenta que alguien la miraba ¿Un hombre quizá?, pero ¡no!, era solo un pequeño niño que la siguió hasta la siguiente esquina del malecón finalmente la siguió, ¿dulces? ¿no compra dulces?, decíale aquel pequeño  tirando de su suéter. La mujer lo miró con ternura, y lo tomó de la mano…-no ahora no tengo. El pequeñín la miró atentamente con aquellos ojos curiosos que tienen los niños. Era una mujer blanca y no pudo evitar ruborizarse. Finalmente la tomo de la mano y le dijo ¡Vamos a ver el mar!
La pareja más extraña, sentada mirando las gaviotas elevarse en el tibio aire, mientras los gordos pelicanos pescaban, la mar brillante en calma y el niño la miró por el rabillo y le espetó ¿y si tuviéramos un hijo? ¿Tú y yo? , ¿Para que seas feliz?- la sandunga lo abrazó - y le dijo. Eres muy pequeño, pero algún día cuando crezcas quien sabe.
Finalmente comenzó a vagar en las ciudades, ya no en sueños, daba la vuelta  en una esquina y lo encontraba, leyéndole un poema, besándola o deseándola, pero siempre suya. Así que regresó donde él. Y el ya no quiso recibirla, ahí comenzó su locura, cuando está a punto de entregarse él la rechazaba… tal vez él también se había vuelto un Sandungo.

Ay Sandunga, Sandunga mamá por Dios, Sandunga no seas ingrata mamá de mi corazón.

martes, 16 de diciembre de 2014

Al Ave Fénix.


Escribió un cuento a duermevela, parecía que nunca acabaría, pero la noche trajo un rayo y recordó que no todo es oscuro en la tormenta, que sus doloridos miembros no eran más que miembros, y que después flotaría para no cansarse más.
En el océano aéreo, su cuerpo pasaría remojado para dar paso a la semilla, y finalmente a la creación.

Muriendo y renaciendo cada vez que su historia se leyera, muriendo y renaciendo con cada hoja acariciada por el futuro.

lunes, 8 de diciembre de 2014

La playa


Lejos de la montaña  en un lugar cercano al mar, un niño  comía longorón. Salía cada mañana de su choza con un cuchillo de piedra y hacia largas excursiones por la costa, ahí al pie de la mañana, casi al mediodía se sentaba flaco como él era con su pelo hirsuto frente  a la playa, bajaba lentamente las grandes piedras de la playa y ahí con sus amigos sacaba conchas del mar, longorones, ostras y ostiones y los abría con su cuchillo.

Una a una iban cayendo los moluscos en sus manos y  las de sus amigos, comían y comían hasta reventar, luego tomaban un descanso bajo  la sombra de algún mangle y esperaban a que llegara la tarde.

Asi fue por un tiempo, la playa era su lugar favorito, comían y dormían, pero los domingos, ay los domingos, había que ponerse ropa ajustada y corbatín, en fin, peleaba con la madre sin embargo, se lo ponía junto con sus botines, y salían a la iglesia que estaba en el otro extremo de la playa.

Iba de la mano con su madre, una mulata recia de traje oscuro y muy religiosa, lo llevaba por el camino, de la casa a la iglesia, se portaba como todo un caballerito y se sentaba en las segundas o terceras bancas para no tener que estar frente al scerdote. Una vez que terminaba el suplicio, volvia a su playa a mecerse entre las ramas y capturar ranas que comía con gusto.

Lo de la misa era algo que su madre le había inculcado para que aprendiera los preceptos de Dios, y el orden que rige la vida, aunque le costaba entender todo, iba aprendiendo lo que le contaban en la misa. Que si Jesus sufrió, que si Jesus se reunía con los sabios del pueblo, y aprendia de memoria los mandamientos.
Un dia tuvo un sueño, vio una mujer que le hablaba y le decía, ¿A dónde esta el pastor?, ¿ a dónde esta el pastor?.. no sabia de que se trataba, pero al fin comprendio que algo querria decr el mensaje asi que con su letra de tercero de primaria escribió el sueño y lo guardó junto con sus tesoros, un par de piedras, coral, cuarzo, y muchos picos de ave.

El bueno del pequeño, salio una mañana como siempre, y dijo ¿Qué estoy haciendo aquí? Y pensó, el mar me lo ha dado todo y la iglesia me ha puesto en orden, ahora ¿Qué haré?... Miró el horizonte y pensó volverse marinero, asi que tomó rumbo a los astilleros a enrolarse, agarró una camisa se la anudo al ombligo, tomó sus pantalones de pesca y camino como hombre, pero aun era muy pequeño, pero estaba determinado a triunfar.

Comenzó con el carpintero y rápidamente aprendió el oficio, tallar, cortar, enfilar, perfilar, y construir. La quilla, los aparejos, en fin,,,
Estuvo unos dos tres meses construyendo barcos, hasta que se cansó y regresó a su playa a comer longorón con los amigos.


Abrio su caja de tesoros, y encontró otra vez el sueño, escrito con su letra de tercer año,  para entonces ya estaba en la secundaria, y ligero como todos los chicos de secundaria decidió ir al monte y ver si había un pastor por ahí.

Cogió su machete, su morral, y una cantimplora con agua y subió al monte, se alejo por primera vez en su vida de la playa, y se internó en la maleza, iba gritando, ¡pastor! ¿Dónde está el pastor? En su morral llevaba una libreta con una estilográfica y comenzó a dibujar el paisaje, se imaginaba un pastor llevando a los merinos desde lo alto de la cumbre hasta el mar, pero no lo veía, asi que escribió un cuento en respuesta a la virgen, por que con ella había soñado, y le dijo que si que había un pastor, que lo había visto y que que quería de el.
El sueño tardó en reaparecer a la tercera noche de su travesia por el monte le dijo, ve y habla de lo que ves. Lo decidió entonces, sería escritor. Narraría sus sueños.

En el pueblo donde vivía solo había una sala de cine muy maltrecha y muy olvidada, pero se sentó ahí a entrevistar al cacaro, le comentó que quería ser escritor y el cacaro le dijo que aquello era una tarea fácil pero en la cual debía haber constancia. Le enseñó lo primero que había escrito, un poema sobre el agua y la hierba. Le dijo que si era posible poner eso en una película? Le dijo por que no? Tomaron el cinematógrafo y fueron al monte a filmar el viento y el agua. A nadie le gustó el tema, pero era lo que había en aquel momento.
El pequeño gran hombre, creció, siempre cerca del cácaro. Le llevaba sus cosas en fin, estaba aprendiendo el oficio de escribir el oficio de contar historias. Un dia se le ocurrió una historia, una historia hermosa, una historia de amor, y es que estaba enamorado. La había visto un dia cuando caminaba por la central, una mujer bella, linda hermosa, fresca como la mañana en que comía longorones.
La invitó a salir, sonaba entonces “hoy corte una flor” y  Llovia y llovía “ esperando a mi amor”, y la tomo suavemente de la mano. En aquel tiempo había que tomar vapor para  salir del istmo. La llevo a su playa, a su hogar, a su catedral en la tierra y la desposó frente al mar. Le juró amor eterno y la arrulló entre sus brazos.

PAPA LAGARTO


Por. Rocío De la Rosa Sánchez
¿Qué tendrá el Lagarto? Se preguntan los vecinos del pantano, antes tan alegre que iba y venía por las charcas haciendo y deshaciendo y hoy solo lo vemos sentado y callado sin más diversión que limpiarse de vez en cuando un diente. Papa Lagarto está triste, el verso que quería escribir quedó a la mitad y la urraca lo mira con un ojo sediento, disimuladamente pero lo mira.
Papa Lagarto se ha cansado, sus ojos verdes lo muestran, la luz quiere extinguirse. Se ha cansado de ser la alegría del pantano, ahora que venga otro bufón se piensa, ¿Por qué habría yo de llenar todos los espacios vacíos si ni siquiera un jarro de agua me acercan estos infames vecinos que me miran subir y bajar en el pantano?
La piel se le ha puesto más dura de lo que la tenía, antes sus cuentos y su música  eran el centro de toda la atención del pantano, pero hoy justo hoy papa lagarto esta triste, y en la casa de al lado hay algarabía, mirando con sus ojos de lagarto se sorprende de lo rápido que aprenden los niños y de lo poco que él sabe sobre computación. ¿Qué hará?, ¿dejar que se lo coma la urraca? Nunca ni pensarlo!, el ha comido antes urracas, así que si esa chismosa se le acerca le dará su merecido, si no ha venido aquí a ser pasajero si no a permanecer. Pero como todo en el cosmos, y aun en este pantano la vida tiende a extinguirse.

¿Qué pensarán los admiradores se dice? Algo tan vivo como el arte no puede morir, pero sí sus creadores y es ahí donde se da cuenta que está perdido, se han ido los días de fiesta, en su casa, ahora todos ríen y el solo se rasca un diente, que al parecer le duele, y se queda con su papel ensayando lo que podría llegar a ser un verso.

Lentamente las luces del pantano se apagan pero la de papá no, Papa Lagarto sigue leyendo, se sigue esforzando, pero poner estas palabras en un papel es más difícil que armar un rompecabezas, ¿Qué sigue se dice? La yuxtaposición recuerda… el espacio, tantas cosas que hay que ver en este mundo y el tan solo con una hoja de papel oyendo a la urraca.

Los vecinos duermen a pierna tendida y él rascándose su diente, ni hambre le dio hoy, está enfadado y está decidido que en su próxima vida será astronauta y él será el primero en entender la tecnología. Ahora la charca esta triste, finalmente la luz del lagarto se ha apagado y la urraca ya no mira con disimulo ahora lo quiere, ahora esa sed que tenía habrá de saciarse en cualquier momento.
Papa Lagarto se inclina sobre sus libros, los  repasa uno a uno y encuentra uno sobre como cazar Urracas, lo mira detenidamente y lo lanza a un lado. Quiere estar preparado, consigue betún de pez y lo unta en una estaca; sabe que a la Urraca le encanta el pez. Lo deja cerca de la ventana con un serrucho que le caerá en la cabeza. 
Si aquella loca llega le cortara la cabeza, piensa,  está decidido a no morir ni a dejarse tocar por la urraca, está todo listo, Papa Lagarto calla, hace los preparativos. Tres panes, uno para cada uno de sus hijos que han de venir de lejanas distancias a darle el primer adiós, y tres vasos con anís, para que pasen el pan, todo está listo. Pero en realidad lo que desea  Papa Lagarto es que aparezca el bufón ese que ha de cubrirle, porque el show debe continuar.
Finalmente al amanecer, papa lagarto ve una luz, la urraca se acerca y ¡zas! Cae fría… soy viejo se dice pero no tonto… esas son sus últimas palabras.

 
Moraleja, cuando algo te preocupe tomate el tiempo de pensar como luchar contra la adversidad y  no olvides tus pasadas experiencias.

Veamos mañana como amanece la charca.