I
Hubo una vez un
hombre que escribió un libro, un libro que estaba empastado en cuero y caña un
cuero raro, nadie supo jamás como hizo para escribirlo ya que no había luz en
el lugar donde él vivía y de día pasaba horas caminando en el campo.
Tal vez fue la
soledad la que lo llevo a encontrarse con el papel, no había otra respuesta el
mundo había terminado hacia algunos eones así que solo le quedaba escribir lo
que había sucedido, había rinocerontes en las ciudades, cucarachas en el
ártico, todo tipo de animales en lugares extraños, nada en su lugar.
Guardaba celosamente
su escrito, y solazmente lo metió en el tronco de un árbol, un árbol más o
menos joven de los que habían sobrevivido. Nadie de los que habían sobrevivido sabía
concretamente que había en ese libro.
No había mujeres así
que no podía pensar en una familia el mundo era su casa o lo que había quedado
de él.
Había estado en un
cerro por un tiempo considerable hasta que decidió bajar de él y vió una
ciudad, de acero y concreto que no hacia el menor ruido, una ciudad que aun
brillaba con la luz de la tarde que lo había guiado.
Cuando el sol
finalmente bajó, algunos animales salieron y comieron, la luz solar había sido mortífera
para la tierra en las últimas épocas por lo que muchas razas habían desaparecido.
Los animales también habían buscado refugio.
En aquella ciudad de
acero, encontró motores y aparatos, pero inservibles sin otro ser humano,
decidió subir al edificio más alto y observar la totalidad de la urbe. Sabía
que reconstruir el mundo sería una tarea titánica, ¿Cómo devolver a la
humanidad a la Tierra? Imposible pensó. Prácticamente imposible, cayó la noche y quedó dormido en
alguna habitación de aquel edificio.
Al día siguiente
bajo las escaleras y entró a varios lugares, de pronto encontró un laboratorio
genético, ahí estaba la respuesta.
Tomo algunos
instrumentos y comenzó a intentar buscar óvulos o algún tipo de materia
orgánica que le permitiera ayudar, claro recordaba algo pero no sabía cómo
recordarlo, tal vez había sido todo un sueño. Cayo en cuenta que el libro en el
árbol podría ayudarle.