jueves, 19 de junio de 2014

Pasión Enferma


enia que descansar de ésta pasión enferma, que no me consuela con nada.

Cada día, mas cada día menos, mas enferma y menos amada.

Dime mivida, sigues escapando de mi?

¿Por que? Te acercas solo asintóticamente sin llegar a tocarme

Y yo desvaneciendome en el tiempo

Asiendome solo de pequeños pilotes frente al puerto

El puerto de la soledad.

El puerto donde las olas van y vienen sin decirme donde estas.

Y me escabulló, escapo de mi misma

Quiero salir y dejar el rincón

Pero ahi me has puesto

Muñeca olvidada

Muñeca al fin.


lunes, 16 de junio de 2014

El General

El general estaba en su cuartel, una habitación llena de humo, con un teléfono gris y viejo. El escritorio vacío, simplemente fumando un chino como cualquier otro. Pensando que había ganado la batalla, ahora a difrutar pensaba. En su mente pasaba la idea de mujeres con sus enaguas de colores. Cuando el timbre del teléfono sono. La encontramos. Se ajustó la chaquetilla, miró hacia la ventana, preveyendo que esta conferencia sería larga, la mujer según el telefonema, estaría en el Hotel....... ni modo a dejar de fumar. Salió, despreocupado llamó al chofer que lo llevaría al encuentro.Tomó la parte trasera del auto con un chino en la mano, jugando con él, solo jugaba y reía. El Ford 45 arrancó, dejando humo tras de él y saliendo del amplio jardín donde había estado estacionado, rodeo la fuente que tenía una sirena y un pescado y salió rumbo a la ciudad. Tlalpan había sido hasta entonces un lugar tranquilo, pero desde que él se había enamorado de aquella mujer, pues no había paz. Gente iba y venía a darle mensajes sobre la mujer y sobre el estado y su mente ya no estaba muy clara. El amor y la muerte, eros y tanatos, los dos cruzando por su mente sin cuartel. Un día mandaba matar a uno, y al día siguiente sucumbía a los brazos de una ninfa, o de la mujer de sus sueños que era inasible, solo lograba besarle las manos y verla reir. Un día la muerte otro día el amor. El general finalmente llegó al hotel, el restaurante estaba lleno, mujeres con plumas y estolas, aunque con sus botas militares, una buena luz iluminaba el lugar. La buscó entre la multitud, finalmente reconocíó una estola roja sobre una silla se acercó y tembló, su tez se había vuelto blanca y con temor se acercó. Solo había una nota dentro de un papel que decía “¿serás mi amor?”. EL general se estremeció, miró hacia todos lados y no la encontró, pensó que por fin la atraparía. Pero ella era escurridiza como una nutria, inasible como en sus sueños. Se sentó un momento en la mesa, pero no quería nada de comer ni de beber, hacía meses que no comía después de la fiebre que le había ocasionado verla, con su vestido largo y sus botas. La respiración estaba entrecortada, no comprendía lo que le sucedía. Dejó por un momento el sombrero, y quiso llorar. Solo alcanzó a suspirar, iba de salida cuando una joya le rebotó la luz y la vió. Ahí estaba, la soñadora aquella. Arropada en colores la tomo entre sus brazos, aun no sabía si besarla. Finalmente lo decidió era ahora o nunca. Fue un beso suave del que nadie puede escapar.